Por: Teodoso Navidad Salazar
Emilio Zolá vivió de cerca los acontecimientos políticos derivados del movimiento de consolidación de la Tercera República y la muerte de Napoleón III. Atestiguó la invasión francesa a Madagascar y la creación del protectorado en Túnez. En 1872, escribió El encarne, y observó con preocupación el establecimiento del servicio militar obligatorio; pero en 1879 recorrió algunas calles de París al inaugurarse los primeros servicios eléctricos. En 1882, etapa de su vida en la que concluyó la obra El puchero hierve, observa con agrado el laicismo y obligatoriedad en la educación. Para 1887, cuando publica La tierra, se crea la primera Bolsa de Trabajo. En 1891, es regulado el trabajo de niños y mujeres en la industria; Zolá publica El dinero. Al año siguiente en que se establece la Conciliación y Arbitraje en conflictos obrero-patronales, Zolá escribe La derrota. 1883, es trascendental en seguridad social en Francia, ya que el gobierno decreta los servicios médicos gratuitos, por ese tiempo Emilio Zolá termina y publica su novela, Para la felicidad de las damas. En 1899, cuando París está de fiesta al inaugurarse la primera línea del metro, nuestro personaje que ya cuenta con 54 años, publica Fecundidad.
Es el tiempo de la Francia donde sus técnicos y científicos aportan al mundo grandes inventos y descubrimientos. Luis y Augusto Lumiere, asombran con la invención de la placa fotográfica a color y por supuesto, el cinematógrafo; Luis Pasteur, descubre el principio científico de las vacunas de tanto beneficio a la humanidad; el Dr. Yersin, logra aislar el bacilo de la terrible peste que asoló pueblos enteros.
Todos estos acontecimientos políticos con avances en ciencia y tecnología, luchas sociales, espacios ganados por el proletariado en política, nuevas corrientes del pensamiento filosófico, ambiciones de expansión de Francia y de otras potencias, tienden a dar otro sentido a la narrativa y poesía. La influencia de Carlos Marx, Augusto Comte, Federico Engels, Carlos Darwin, y las dificultades de los sectores más vulnerables por acceder a los adelantos, también se reflejan en temas de escritores franceses, de igual manera los conflictos obreros, coloniaje, miseria y la política del país.
Emilio Zolá, es sin duda uno de los mejores escritores representante del Naturalismo; su obra lo describe inquieto y de gran sentido humanista. En sus trabajos se palpa, la reconstrucción literaria de los acontecimientos y las tragedias de la vida real.
Su trabajo literario es amplio. La fortuna de los Rougon (1871), será su primera obra, escrita a los 31 años; en ella describe el arribo de la burguesía. Zolá trabajó sin descanso para entregar a los lectores de la época hasta dos trabajos por año, que se inscriben en el realismo. Supo observar la naturaleza del hombre, aplicar a los acontecimientos humanos y sociales un método científico de análisis, liderado por la escuela naturalista; eso influyó para convertirlo en uno de los literatos más brillantes de su generación.
Criticó de manera mordaz la actuación moralina de la sociedad de la época, con la que se enfrascó en polémicas relevantes, que le ganaron incomprensiones. Sus trabajos literarios y en particular Naná, escrita a sus 41 años, lo ubican como escritor de gran sensibilidad; el intelectual sufre el dolor ajeno, por infamias cometidas con los de abajo que sobreviven sin futuro, impotentes por no poder salir del estatus de miseria milenaria. En Naná, sin duda Emilio Zolá, hace gala de su estilo extremadamente crudo, exhibe las escondidas contradicciones de los seres que viven en el inframundo, degradados de manera física y humana y que soportan con estoicidad la desgracia que de manera oficial les ha sido asignada. Bajo esas premisas, Zolá entregó a su publico lector, El vientre de Paris, 1874; La conquista de Plassans, 1874; El pecado del padre Mouret, 1875; Su excelencia Eugéne Rougón, en 1876; La Taberna, 1877; Un página de amor, 1878; Naná, 1880; Germinal, 1885; La obra, 1886; El sueño, 1888; La bestia humana, 1890; El doctor Pascal, 1893; Lourde, 1894; Roma, 1896; París, 1898; Trabajo, 1900.
En el ocaso de su vida, escribió, Verdad y justicia, obra que la parca impidió verla publicada.
Emilio Zolá nació en abril de 1840, en París, Francia. Desempeñó varios oficios destacando el de oficinista, alijador, empleado de librería, donde descubrió su amor por la literatura; luego incursionó en el periodismo y la crítica literaria, para posteriormente escribir obras de teatro, ensayos y novela. Fue también luchador social, defendió sus ideales hasta su muerte, en 1902. Sus críticos reconocieron su obra, precisamente durante la etapa en que Francia se convulsionó por la Revolución de los comuneros, (1871), que estableció el gobierno de la Comuna, de corta duración, pero que logró introducir cambios relevantes, acotando la influencia religiosa en la educación y la eliminación del trabajo nocturno; permitió la formación de cooperativas obreras y sustituyó al ejército por milicias populares. Este gobierno, como se sabe, fue derrocado por un ejército que la burguesía auspició, desapareciendo a sus líderes más visibles.
Con su brillante imaginación creadora y su profundo humanismo, Emilio Zolá nos regaló una desgarradora fotografía instantánea de la etapa y sociedad europea que le tocó vivir. Sin duda alguna Zolá, es hoy por hoy, uno de los genios literarios universales.
La Promesa, Eldorado, Sinaloa, octubre de 212.