Sosoriqui
OPINIÓN: Por Carlos Rochín Mercado
A partir de este 1 de noviembre, Sinaloa arranca con fuerza y toda la carga política en la segunda mitad de la administración del gobernador Rubén Rocha Moya, embarcado en lo que el propio mandatario ha llamado “el segundo piso de la transformación”. Con 15 presidencias municipales en manos de Morena y sus aliados, incluidas las ciudades clave del estado, Culiacán, Mazatlán, Ahome, Guasave y Salvador Alvarado, el panorama se presenta fértil para el partido fundado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
El avance de la Cuarta Transformación trae consigo desafíos no menores, en especial al enfrentar la segunda mitad del mandato de Rocha Moya, quien se ha comprometido a consolidar un legado de cambio profundo al igual como sucede en el país con Claudia Sheinbaum Pardo.
Las principales ciudades de Sinaloa—como Culiacán, Mazatlán y Ahome—ahora cuentan con alcaldes y alcaldesas emanados de Morena, con Juan de Dios Gámez Mendívil en la capital, Estrella Palacios Domínguez en Mazatlán, y Gerardo Vargas Landeros en Ahome, quienes fueron acompañados en sus tomas de protesta por el propio gobernador en un claro espaldarazo a sus administraciones. Esta acción es vista como un signo de respaldo a los gobiernos municipales que deberán alinearse sin menoscabo con las políticas de la transformación, pero también implica una responsabilidad compartida ante la ciudadanía, que observará de cerca el cumplimiento de cada una de las promesas de campaña.
Sin embargo, no todo el mapa de Sinaloa es monocolor. Existen municipios que se mantienen ajenos a la hegemonía morenista, con alcaldes de otros partidos. En Escuinapa, lleva las riendas; Víctor Manuel Díaz Simental, en Elota; Richard Millan Vázquez, lidera el municipio; mientras que en Navolato, Choix y Angostura también están fuera del ala de Morena y representan focos de contraste en un estado mayoritariamente transformado, y sus líderes afrontan el reto de gobernar bajo expectativas distintas a la gran mayoría y, a veces, presiones adicionales de oposición.
Particularmente en la región del Évora, también conocida como el corazón agrícola de Sinaloa, las expectativas son altas. Allí, la Cuarta Transformación ha tocado las puertas de Salvador Alvarado y Mocorito, donde Lupita López González y Enrique Parra Melecio respectivamente encabezan estos municipios, aunque en el caso de Alberto Rivera Camacho en Angostura, lo hace como la excepción, al no pertenecer a las filas morenistas ya que llega por medio de una coalición entre el PRI, PAN, PRD y PAS. Esta singularidad añade un tinte interesante a la dinámica regional, ya que Rivera podría ofrecer un estilo de gobierno diferente en el cual se han fijado grandes expectativas, mientras que López González y Parra Melecio se ven impulsados por la promesa de la transformación y obligados a cumplir la premisa de: “no mentir, no robar, no traicionar”.
De lo que no hay duda es de que, una vez pasada la primera mitad del gobierno de Rocha Moya, los retos son innegables y se amplifican a medida que se acerca el desenlace de su gestión. La inseguridad y el desarrollo económico, mucho basado en el agro, son algunos de los ejes centrales que aún claman soluciones, y la población sigue con lupa el cumplimiento de los compromisos adquiridos. El gobernador ha reafirmado su postura de acompañamiento y supervisión para que los ayuntamientos morenistas estén en línea con la visión de la transformación. “Vamos juntos en este cambio, pero no será una tarea fácil,” ha mencionado en múltiples ocasiones, advirtiendo que lo prometido debe ser cumplido o se harán los ajustes necesarios, donde sea necesario.
El segundo piso de la transformación en Sinaloa no solo es una meta política del mandatario estatal Dr. Rubén Rocha; es un campo de batalla donde la realidad y las promesas se encuentran, y donde cada municipio deberá demostrar que las palabras de cambio no se diluyen en el aire.
Para el gobernador sinaloense Rubén Rocha y los 15 ayuntamientos aliados de Morena, esta mitad de administración representa la oportunidad de solidificar un proyecto ambicioso, pero cargado de retos que pondrán a prueba la estabilidad y la eficacia de sus políticas, aunado a ir preparando la salida del mandatario estatal.
Como dijeran los beisbolistas, en este último sprint, empieza la cuenta regresiva para el proyecto izquierdista en Sinaloa.
Por lo pronto, adelantamos e invitamos a que nos sigan ya que estaremos muy, pero muy atentos.
A sus órdenes en: carlosrochin69@gmail.com
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