Sosoriqui
El análisis político
Por Carlos Rochín
El sábado 13 de abril, a solo dos días del arranque de las campañas locales, dos activistas del Partido Sinaloense (PAS) fueron reportados como desaparecidos, después de una serie de especulaciones, 3 días después, fueron localizados sanos y salvos, sin que nadie, ni tan siquiera la autoridad explicara cómo sucedió el hecho delictivo, pero, quien sí señaló el acontecimiento como “móvil político”, fue Héctor Melesio Cuén Ojeda.
El desespero que embarga y atormenta al líder pasista, hoy flamante candidato a diputado federal plurinominal de la coalición Fuerza y Corazón por México, por lo que se ve, lo orilla a mirar “moros con tranchetes” y su impaciencia podría derivar de lo que indican las encuestas de cara a la elección del próximo 2 de junio.
Cabe recordar que, en las elecciones ordinarias de 2021, donde se renovó la gubernatura, los 40 diputados y las 18 presidencias municipales de nuestro estado Sinaloa, el partido que más raja (política) sacó al lograr un alianza casi total con Morena, fue el Partido Sinaloense, de Héctor Melesio Cuén Ojeda, quienes en conjunto obtuvieron 624 mil 225 equivalente al 56.60 de la votación en favor del actual gobernador Rubén Rocha Moya.
El partido local, liderado por quien la sociedad sinaloense percibe como un mercenario y “cacique” de la política en función de su patológica actitud de hacer y deshacer con el instituto lo que le venga en gana, así mismo, por convertirlo —por decirlo de algún modo— en una empresa familiar la que oferta y vende al mejor postor.
En la elección referida, de 2021; el PAS logró -como cuota política, más no electoral- 8 diputaciones locales, Morena; partido al que se le alió, 20; el PRI 8, PAN 2, una MC y una el PT. En presidencias municipales: PAS obtuvo 6 (por haberlas siglado, no por ganarlas); Morena 9 alcaldías, PRI una; PT una y PES una.
Paradójicamente a la gran ganancia política, el total de votos que obtuvo el partido de Cuén Ojeda, fue de apenas 82 mil 844 en todo el estado, mismos que pudieran considerase le aportó a la alianza Morena-PAS, y que, le significó una ganancia bastante atractiva con las posiciones antes descritas, sin menoscabo de otras nada despreciables como: regidurías, sindicaturas de procuración, además de espacios en la estructura estatal como la Secretaría de Salud solo por mencionar una.
Para la elección próxima, de éste 2024, es definitivo, la coyuntura que rodea y embiste no solo al líder y dueño del PAS, sino a todos sus alfiles que disputarán un espacio el cual deberán ganar con base a los votos que obtengan, pinta muy, pero muy complicada. Radicalmente contraria a la alianza del 2021.
Para la ocasión, el Partido Sinaloense y su líder, por revanchismo político y, lógico, por no coincidir con los preceptos fundamentales de Morena de “no mentir, no robar y no traicionar”, se encuentra en la encrucijada de pagar sus propios pecados en la urnas el 2 de junio, así también la de absorber parte del descomunal desgaste de los partidos estigmatizados en Sinaloa y México como los más corruptos en la existencia de la democracia y la historia del país: PRI, PAN y PRD.
El PAS, tiene una característica que no se puede dejar de señalar; es el partido en la entidad con mayor membresía y uno de los más grandes de todos los partidos locales en el país, perooo; también al que ni sus propios militantes votan. Los números no mienten, de más de 160 mil militantes que tienen, en la elección pasada, apenas votó la mitad por ellos mismos.
Concatenando lo que indican todas las encuestas, sondeos y la percepción ciudadana y el actuar de Héctor Cuén, da pie de pensar en la frase: “en la guerra, en la política y en el amor; ¡todo se vale!”. Es decir, mientras no se aclare el tema, pinta más para una estrategia mediática fallida para pegar un golpe de timón a lo inevitable, máxime, al tratarse de quien se trata, de un político proclive a tácticas dilatorias para intentar confundir.
En Sinaloa pues, todas y todos apuntan a la hipótesis de un “autosecuestro” en este escabroso caso de los activistas del PAS, menos uno: Héctor Melesio Cuén Ojeda.
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