Sosoriqui
El análisis político
Por Carlos Rochín
Sin lugar a dudas, la muerte del ex rector Héctor Melesio Cuén Ojeda cambió sustancialmente la dinámica en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), generando un vacío de poder y un desmembramiento de fuerzas que la ahogan más en el desorden financiero y laboral que ya se gestaba desde hace años.
Para los inquilinos de la universidad y para una gran parte del colectivo sinaloense, es notorio que desde la muerte del denominado “líder moral” y jefe partidista, cesaron sustancialmente las manifestaciones públicas de las y los universitarios, para quien no acepte esta realidad que reflexione: dónde quedaron las marchas, los mensajes y videos críticos al gobierno estatal que regularmente aparecían en los perfiles de funcionarios, empleados y maestros afines al régimen cuenista.
Cabe señalar que, también cesó la campaña negra de difamación que se orquestaba desde la Dirección General de Comunicación Social (DGCS), a cargo de Arnoldo Valle Leyva.
Evidentemente esa ausencia de “golpeteo sucio” por parte de la DGCS se debe precisamente a la falta de línea dictada por el finado Cuén Ojeda, lo que demuestra que él orquestaba la denominada “defensa a la autonomía universitaria” y ordenaba a la comunidad universitaria a subir videos y mensajes en sus perfiles de redes sociales, así también darles salida en todos los medios de difusión de la Universidad, reviviendo incluso a locutores olvidados como “Willy” Ibarra, fiel operador de Valle Leyva, así también como el vicerrector Wenceslao Plata Rocha.
La muerte de Cuén Ojeda empañó por completo el escándalo mediático que se pretendía montar con el atentado contra Arnoldo Valle, ocurrido el 5 de julio anterior.
Hechos en los que apartemente quisieron privar de la vida al director de Comunicación Social de la UAS, pero en una audacia esquiva estilo «Jhon Wick» logró salvarse.
Las altas sospechas de que el hecho fue un «auto atentado» corrieron enseguida, mientras que los funcionarios universitarios, incluido el mismo maestro Cuén, se mantuvieron al margen, haciendo comentarios leves, esporádicos, sin organizar alguna acción colectiva de protesta, como sí ocurrió cuando aparentemente plagiaron al operador del PAS, Luis Alonso García, el 13 de abril.
Dentro de las huestes universitarias, Valle Leyva es un funcionario ubicado por sus tácticas violentas de amedrentamiento, por mover a los porros que disuelven protestas contra los abusos en la Universidad, soborna a periodistas locales y nacionales, y quién, además, ha trascendido que siempre anda armado.
Al connotado miembro del cuenismo, se le ha señalado de ordenar el ataque a un medio de comunicación local y de amenazar con una pistola a un candidato del PAS durante la pasada campaña política.
En ese sentido, a la alta sospecha del auto atentado abona el hecho de que durante el ataque, Valle Leyva conducía una camioneta de lujo propiedad de la Universidad, circunstancia inusual, dado que, el funcionario se movilizaba en tres autos debido a su delirio de persecución, dos unidades propiedad de la Universidad y una rentada. Uno de los automóviles fungía de señuelo, conducido por alguno de los 3 choferes del funcionario en rumbo distinto al resto de los autos; en el auto rentado se movilizaba Valle Leyva con otro chofer, y detrás de él, en la camioneta ‘Blazer’, sus escoltas (empleados de la UAS).
Asimismo, cabe resaltar que el día del “atentado”conducía solo en la unidad que generalmente no abordaba porque “estaba identificada”, sin escoltas y sin señuelo.
No obstante lo anterior, el ataque se perpetuó a 20 metros de las instalaciones de la UAS donde logró resguardarse. La unidad no presentó disparos en sitios que pusieran en riesgo su vida, y la persecución a pie fue frente a un edificio y en un campus custodiado por guardias de seguridad, donde además se cuenta con cámaras de vigilancia.
Debido a los procesos legales que enfrentan funcionarios de la UAS y ante la inminente democratización y la rendición obligada de cuentas, a quienes ostentan el poder y el control de la Universidad les urgía un muerto, un mártir, y pretendieron que fuera Valle Leyva con su atentado fallido, pero su reputación, lo sospechoso del evento y, la posterior muerte de su líder, dejaron el asunto en el olvido, por lo que el funcionario continúa laborando y, como se verá en próximos días, seguramente retomará la campaña negra de difamación contra funcionarios del gobierno, contra diputados y contra todo universitario que se manifieste por la democracia y la transparencia.
La interrogante queda en el aire: ¿ahora quién será el encargado de dictar la campaña negra y darle la orden a Valle Leyva?
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